domingo, 7 de abril de 2013

Fantasía de engaño


Pasa por mí como ya es costumbre, al menos una vez por semana, para ir a cenar.

Esta noche su mirada es diferente, más distante, absorto en sus pensamientos, los cuales no quiero interrumpir y permanezco callada.

De repente, en cada ocasión que el conducir le permite, estira su brazo y toca mis pechos como tratando de reconocerlos, mete sus dedos bajo mi falda, como explorando por primera vez.
Me sonrío. Él permanece serio, sin verme a la cara.

Me percato un poco tarde, que esta noche no saldremos a comer, nos dirigimos a un hotel.  No sé de que tipo y no presto mucha atención, su actitud extraña, me intriga.
Entramos, sin decir una sola palabra, se baja del auto, abre la puerta de mi lado, y me saca de él de un solo tirón.
 Subimos, se quita los zapatos y el cinturón.

Pregunto –¿Qué pasa?  Responde -¿Cállate!!?
Me empuja sobre la cama, se sienta sobre mis muslos apretando mis pechos con sus dos manos, por fin me mira a la cara y me dice: -¿Así es como te gusta que te lo hagan?  Y yo, sin saber que responder que quedo muda ante su extraña interrogante.

Me quita la blusa con tosquedad, destrabando la mayoría de sus botones, toca mis pechos y comienza a besarlos, los muerde mientras toma mi cuello  con una de sus manos, con fuerza pero aún dejándome respirar, se deshace de mi falda de mi ropa interior y se desnuda.  Sus caricias que antes eran dulces, se vuelven feroces, aprieta mis nalgas como queriendo dejar su huella, me besa el cuello que antes su mano poseía, muerde mis pezones, mientras abre mis piernas y sus dedos tibios se apoderan de mi sexo para comprobar mi humedad, me ve con odio, o al menos es lo que siento, y me cachetea, me dice al oído. –Es rudo como te gusta, PUTA!!? Es así como te gusta!!! y entra en mí, me penetra tan duro, tan aprisa, me aprieta con tanta fuerza que mi cuerpo siente estallar de placer.

Toca mis pechos que se mueven sin control o armonía debido a la fuerza e intensidad con que se mueve dentro de mí, vuelve a darme una cachetada en el rostro, cómo si mi placer le hiciera daño, me mira tan fríamente, que ahora estoy segura, me odia, pero ahora no puedo pensar en eso, solo puedo sentir.
Llegamos al clímax, luego de cambiar de posiciones, pero no te intensidad. Caemos rendidos en la cama, esa cama donde horas antes otros se encontraron en ese desenfreno.

Mientras nuestra respiración vuelve a normalizarse, me ve ahora con tristeza y me dice –Me han dicho que me engañas. Acaso es esto lo que buscas?

No puedo sonreír, pensaría que lo que ha escuchado es verdad. Lo veo a los ojos esperando que pueda leer los míos. - Sólo te engañé contigo, mientras en mi fantasía hacías lo que hoy hiciste realidad. 

jueves, 24 de enero de 2013

Hoy nos encontramos...


Tu Mirada lo dice todo, tu corazón se agita, es un acto involuntario, incapaz de controlar, te acercas a mí, y siento tu aliento, me ves fijamente a los ojos, quiero disimular pero aún así lo percibes, siento lo mismo que tú, recorres mi rostro sin rozarme, solo siento tu respiración.
Besas mis labios de la forma más dulce jamás besada y así electrificas todo mi cuerpo. Tus dedos juegan con mi cabello y lentamente bajan a mi espalda, la que recorren como buscando el lugar al que pertenecen.
Mientras tus labios caminan por mi cuello hasta mis hombros en donde encuentran un obstáculo, los tirantes de mi blusa, delicadamente y sin prisa usas tu boca para hacer a un lado ese obstáculo y seguir avanzado, besas mis hombros y descubres que es en ese lugar donde los fuegos artificiales empiezan a encenderse. Y esto te provoca avanzar más aprisa, pero te controlas, porque sabes que tenemos todo el tiempo del mundo, porque sabes que me tienes a mí.
En este momento mi blusa no es ningún obstáculo y tus labios curiosos y tu lengua traviesa empieza a conocerme.
Tus manos cada vez más suaves y tiernas empiezan a despojarme de mis complejos, de mis dudas y mis temores, y van convenciéndome que solo tú eres mi felicidad.
Siento por fin tu cuerpo y al cabo de un momento ya no somos tú y yo, somos uno mismo, una amalgama perfecta. Es aquí donde sabemos que esto debía ser así, somos complemento uno del otro y nada importa más que lo que sentimos.
Lentamente volvemos a ser tú y yo. Nos miramos a los ojos, no hace falta más, nuestras miradas dicen «Te Amo» y aunque dejamos de ser uno solo, solo sonreímos porque sabemos, que nos volveremos a encontrar.