Pasa por mí como ya es costumbre,
al menos una vez por semana, para ir a cenar.
Esta noche su mirada es
diferente, más distante, absorto en sus pensamientos, los cuales no quiero
interrumpir y permanezco callada.
De repente, en cada ocasión que
el conducir le permite, estira su brazo y toca mis pechos como tratando de
reconocerlos, mete sus dedos bajo mi falda, como explorando por primera vez.
Me sonrío. Él permanece serio,
sin verme a la cara.
Me percato un poco tarde, que esta
noche no saldremos a comer, nos dirigimos a un hotel. No sé de que tipo y no presto mucha atención,
su actitud extraña, me intriga.
Entramos, sin decir una sola
palabra, se baja del auto, abre la puerta de mi lado, y me saca de él de un
solo tirón.
Subimos, se quita los zapatos y el cinturón.
Pregunto –¿Qué pasa? Responde -¿Cállate!!?
Me empuja sobre la cama, se
sienta sobre mis muslos apretando mis pechos con sus dos manos, por fin me mira
a la cara y me dice: -¿Así es como te gusta que te lo hagan? Y yo, sin saber que responder que quedo muda
ante su extraña interrogante.
Me quita la blusa con tosquedad,
destrabando la mayoría de sus botones, toca mis pechos y comienza a besarlos,
los muerde mientras toma mi cuello con
una de sus manos, con fuerza pero aún dejándome respirar, se deshace de mi
falda de mi ropa interior y se desnuda.
Sus caricias que antes eran dulces, se vuelven feroces, aprieta mis
nalgas como queriendo dejar su huella, me besa el cuello que antes su mano
poseía, muerde mis pezones, mientras abre mis piernas y sus dedos tibios se
apoderan de mi sexo para comprobar mi humedad, me ve con odio, o al menos es lo
que siento, y me cachetea, me dice al oído. –Es rudo como te gusta, PUTA!!? Es
así como te gusta!!! y entra en mí, me penetra tan duro, tan aprisa, me aprieta
con tanta fuerza que mi cuerpo siente estallar de placer.
Toca mis pechos que se mueven sin
control o armonía debido a la fuerza e intensidad con que se mueve dentro de
mí, vuelve a darme una cachetada en el rostro, cómo si mi placer le hiciera
daño, me mira tan fríamente, que ahora estoy segura, me odia, pero ahora no
puedo pensar en eso, solo puedo sentir.
Llegamos al clímax, luego de
cambiar de posiciones, pero no te intensidad. Caemos rendidos en la cama, esa
cama donde horas antes otros se encontraron en ese desenfreno.
Mientras nuestra respiración
vuelve a normalizarse, me ve ahora con tristeza y me dice –Me han dicho que me
engañas. Acaso es esto lo que buscas?
No puedo sonreír, pensaría que lo
que ha escuchado es verdad. Lo veo a los ojos esperando que pueda leer los míos.
- Sólo te engañé contigo, mientras en mi fantasía hacías lo que hoy hiciste
realidad.